INTERÉS GENERAL
El pelo de momias revela la dieta de hace 2.000 años en la costa peruana
La necrópolis de Wari Kayan, ubicada a la altura de la península de Paracas (Perú), a unos 260 kilómetros al sur de Lima, fue descubierta en 1927 y desde entonces ha revelado numerosos datos sobre una importante civilización anterior a los incas, la cultura paracas. El más reciente se ha publicado en la revista Journal of Archaeological Science y tiene que ver con la dieta de sus pobladores, cuya base eran los productos del océano Pacífico.
El resultado se ha obtenido analizando el pelo de las momias que encontró hace casi 90 años Julio César Tello, primer arqueólogo profesional de nacionalidad peruana y descubridor de la cultura paracas. Los investigadores estudiaron el cabello de 14 individuos enterrados en Wari Kayan y de dos artefactos elaborados por los humanos que se han conservado en buenas condiciones a pesar de haber sido enterrados hace unos 2.000 años.
Los isótopos estables de carbono y nitrógeno del componente principal del cabello, la queratina, dan la clave para averiguar los alimentos que tomaron estas personas los meses anteriores a su muerte en un tipo de análisis muy poco frecuente en arqueología. “No es común, simplemente, porque en la mayoría de los sitios arqueológicos no se conserva bien el pelo, pero en la costa de Perú el clima desértico es perfecto para la preservación de las momias”, señala Kelly Knudson, profesora de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos), donde fueron analizadas las muestras arqueológicas.
“Hemos demostrado que las personas enterradas en Wari Kayan consumieron productos marinos y plantas como el maíz y los frijoles”, comenta la investigadora, aunque destaca el hecho de que existía cierta variabilidad en la dieta de diferentes individuos, no todos los habitantes del lugar consumían exactamente los mismos productos.
La necrópolis “es famosa por sus textiles, que reúnen el algodón de las tierras cálidas con la fina fibra de los camélidos altoandinos y las plumas de los loros y papagayos de la selva”, asegura Anne Peters, investigadora del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pennsylvania y otra de las responsables del artículo.
Hacia otras líneas de investigación
Según explica la científica, Wari Kayan alberga tumbas de líderes de una sociedad desconocida hasta los trabajos de Julio César Tello. Los individuos allí enterrados, en posición sentada, fueron envueltos en telas simples y ornamentadas y a pesar del tiempo que ha transcurrido desde su descubrimiento “falta mucho por entender del cementerio y de la sociedad que lo creó”.
Para la arqueóloga, lo más importante es que estos estudios “aportan información que puede inspirar a otras líneas de investigación, ya que en la actualidad hay numerosos proyectos de investigación en torno a la cultura paracas, que se desarrolló entre 700 a. C. y 200 d. C. en una superficie que se asemeja al actual departamento de Ica.
“Sólo pensando en la dieta, todavía están abiertas muchas otras líneas de investigación”, apunta Elsa Tomasto, especialista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Tenemos que realizar análisis isotópicos de otros tipos de tejido que guardan archivos de la dieta consumida a lo largo de la vida, lo cual se puede complementar con datos de patología oral y otra información arqueológica”, señala.
Más allá de la dieta, falta mucho por investigar en Wari Kayan. Durante muchos años, el estudio de este importante enclave se estancó hasta que a comienzos de este siglo se ha retomado con fuerza impulsado por nuevas ideas como este análisis del cabello, que confirma la utilidad de usar métodos isotópicos para obtener nueva información de restos humanos que, en algunos casos, pueden haberse almacenado en museos hace décadas.
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